Mel.

Mel.
Aprendí que palabras bonitas las dice cualquiera, pero no cualquiera puede demostrarlas.

miércoles, 25 de abril de 2012

Café.

Las 7.30. Hora de despertarse. Me levanto. Enciendo la cafetera mientras me dirijo al cuarto de baño para despejarme. Pronto me llega el olor a café recién hecho. Lo sirvo. Me dispongo a tomarlo, mientras pienso. Quizá va siendo hora de escribir otro capítulo. Abro las hojas del libro. Cojo papel y me dispongo a volcar mis sentimientos. Podría pasarme horas escribiendo, lo cierto es que no dispongo de tiempo. Pienso. Pienso en ti. Pienso en nosotros. ¿Parece un sueño no? Me pregunto a mi misma porque no paro de pensar una y otra vez en el mañana, en el futuro, en que quiero estar contigo y organizar mi vida junto a ti. No, no es sueño, yo lo sé. Tú me has dado esa confianza para creer que esto está pasando en la realidad, que no es una utopía, que nuestro sueño se cumple. Más de una vez le he dado mil vueltas y siempre llego a la misma conclusión. El destino unió nuestros caminos. El mundo se me queda pequeño cuando comienzo a reflexionar. A reflexionar en mis sentimientos, en nuestros sentimientos. De pronto, dejo de escribir. El bolígrafo se me ha quedado sin tinta y gracias a ello me he dado cuenta de que llego tarde. Cierro las hojas del libro. Cojo la mochila y una vez más pongo rumbo al instituto. Solo espero que cada mañana pueda escribir un pedacito de nosotros en ese libro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario